"Lorrie no quería que yo fuera y no sabía cómo decirlo. Debido a mi trabajo, los dos hemos vivido en varias partes del mundo, y en cada una de ellas siempre ha habido algo que temer. Gángsters, grupos políticos extremistas de derecha y de izquierda, lanzamientos de bombas en restaurantes, secuestros, atracos, un apagón urbano o un temblor de tierra. Hace mucho tiempo que ambos hicimos un pacto con nosotros mismos, respecto a la vida. La vida es peligrosa. Hemos vivido con eso; con la certeza de que el miedo es el único asesino real. Nunca hemos recurrido a rejas de acero en nuestras puertas ni hemos tenido miedo a caminar por las aceras. Hemos conseguido criar libres a nuestros hijos; con las naturales preocupaciones. Pero en los últimos meses había habido una serie de accidentes aéreos bastante inesperados: un error del piloto, carencia del control de radar debido a la huelga del personal de tierra, la posibilidad de la presencia de un pasajero a bordo con la espada de Damocles no sobre su cabeza sino en forma de explosivos ocultos en la suela del zapato. ¿Quien tiene la caja negra definitiva que registre todo eso? Y tan sólo una semana antes, dos personas murieron en un tiroteo mientras hacían cola para facturar su equipaje en el mostrador de unas líneas aéreas. Por lo general la noche antes de marcharme hacemos el amor, por la mañana doy un beso a los niños y todos aceptamos con naturalidad que hablaremos por teléfono en el momento en que me permitan usar mi móvil en la terminal, a mi llegada. Que hablaré con Lorrie, por lo menos, aunque sea de noche para ella y para mí de día. Se ha convertido en una costumbre tan arraigada como la de ir todos los días a la oficina de la empresa para la que trabajo.
- ¿Por qué has dejado que Isa reservara billetes en esa compañía?
Lorrie sabe que mi secretaria organiza mis viajes con una eficiencia perfecta.
- ¿Por qué no iba a hacerlo? Está muy claro. Es la mejor compañía para llevarme a donde tengo que ir.
- Pero ese país pertenece a... Entre todos los conflictos que ... Justo en estos días.
- Por el amor de Dios, sabes cómo son las medidas de seguridad justo en estos días. De todas maneras, las aerolíneas de ese país no están metidas en ninguna guerra entre India y Pakistán, Israel, Palestina... , o lo que se te ocurra. ¿Desde cuándo nos ha entrado el miedo a volar, querida? - dije citando (si la memoria no me engaña) el título de un libro que habíamos leído en tiempos.
- No es eso, no es nada que tú, ... que nosotros sepamos.
Pero ha captado lo que yo estaba diciéndole en realidad: ¿desde cuándo hemos de representar la aburrida escena convencional de la esposa cuando el maridito se va de viaje, desde cuándo temblamos de miedo, tú y yo, delante de la vida tal como es?
Y entonces dice algo con esa forma suya ( uno de los motivos por los que la amo) de descartar de un plumazo mi paternalista insinuación de que se está comportando como una esposa convencional.
- Nunca sabes de quién eres enemigo.
- ¿De qué estás hablando? No soy enemigo de nadie.
- Al subir a un avión te conviertes en uno. La insignia de la aerolínea está pintada en la cola. El logotipo de su nacionalidad. ..."
Nadine Gordimer, "Medidas de seguridad", en Beethoven tenía algo de negro, Barcelona, Brugera, 2007.
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"Hubo un tiempo en que había negros que querían reivindicarse como blancos. Ahora es un blanco quien se reivindica como negro. Y por las mismas razones", escribe Nadine Gordimer en Beethoven tenía algo de negro, el cuento que da título a este volumen en el que la escritora sudafricana, galardonada con el premio Nobel en 1991, presenta una serie de historias cuyos protagonistas viven inmersos en los problemas y contradicciones del mundo actual. Con fino sentido del humor y profundidad humana, Gordimer logra dar forma al ámbito personal y político alrededor del que giran las tramas de estos cuentos escritos con pasión y sabiduría".