Todavía.

Los hospitales, la patria y cada uno de los consultorios de la nación son conocidos también como el teatro del grito. Mi madre y yo nos avergonzamos ante la angustia que experimenta la enfermera cuando acude de inmediato al llamado de su enfermera en jefe. Sí, una jefa que también sufre, teme y se atormenta ante la queja del médico de turno. Esa jefa de las enfermeras, escogida por su sabiduría y la precisión de su conducta, tiene la obligación oficial (en el espacio pactado del mundo hospitalario) de aterrar a su subordinada con la inminente o inmediata pérdida de su trabajo si se atreve a cometer una falta más, una más y se acabó, ¿me entiendes?
Pero yo desconfío de la actuación de las enfermeras. Desconfío porque ellas practican la asociación de la sangre.
Mi madre desconfía de las enfermeras.
Por la sangre. "
Diamela Eltit, Impuesto a la carne, Santiago (Chile), Seix Barral. Biblioteca Breve, 2010. ISBN 9-789562-475037.
...
"Un hospital. Hordas de médicos. Enfermeras que trafican sangre. Grupos de fans. Enfermos vaciados sus órganos. Impuesto a la carne funciona como una metáfora nacional de los últimos doscientos años, en la que será posible reconocer algunos de los pasajes más sórdidos de nuestra historia. Una crónica marginal que registra el tránsito de dos almas anarquistas por un espacio opresor.
Elemento fundamental de la novelística de Diamela Eltit, el cuerpo, en esta oportunidad, se convierte en el escenario en el que se despliegan las certezas y fisuras propias de la relación entre una madre e hija. La autora se embarca en una lectura orgánica de la figura materna, esta vez no en clave simbólica, sino como un ente corpóreo y vivo que habita, literalmente, las entrañas de toda hija."
Editores, Impuesto a la carne.
No hay comentarios:
Publicar un comentario