" Dava Sobel narra la historia del científico y relojero escocés John Harrison, un genio solitario cuyos logros fueron rechazado por la élite científica de su tiempo, pero que consiguió resolver un problema aparentemente imposible: descubrir un método que permitiera a los marineros determinar la longitud exacta de su posición en el mar. No se trataba de ninguna curiosidad excéntrica: antes de descubrir la longitud, los barcos solían desviarse tanto de su rumbo que los marineros morían de inanición o de escorbuto antes de haber alcanzado ningún puerto. La intensa búsqueda de una solución al problema de la longitud duró cuatro siglos en todo el continente europeo. El relojero Harrison, genio de la mecánica y pionero de la ciencia de la medición exacta del tiempo con aparatos portátiles, dedicó su vida a esta investigación. Inventó lo que Newton temía que fuera imposible: inventó un reloj que, cual llama eterna, llevaba la hora exacta desde el puerto de origen hasta cualquier rincón remoto del planeta."
Editor, sobre Longitud, 1995
"Sólo alguien con el backround de Dava Sobel tanto en psicología como en astronomía [ejerce su profesión como periodista científica en las páginas de ciencia de The New York] podía haber escrito un libro así. Longitud es una historia maravillosa, maravillosamente narrada."
Diane Ackerman
...
"Cuando John Harrison llegó a Londres, en el verano de 1730, no encontró al Consejo de Longitud por ninguna parte. Aunque aquel insigne organismo existía desde hacía más de quince años, no tenía sede oficial. Aún más sus miembros nunca se habían reunido.
Tan carente de interés y tan mediocres eran los proyectos que ser remitían al Consejo que sus miembros se limitaban a enviar cartas de rechazo a los inventores. Ni una sola de las soluciones propuestas había parecido suficientemente prometedora como para que cinco miembros - el mínimo requerido por el Decreto de la Longitud para que hubiera quorum - se hubiesen molestado en reunirse con el fin de discutir seriamente los méritos de un método en concreto.
Si embargo, Harrison conocía la identidad de uno de los integrantes más famosos del Consejo de la Longitud - el gran Edmond Halley -, por lo que se encaminó al Real Observatorio de Greenwich decidido a verle. (...) Apreciado por la mayoría, amable con sus subordinados, Halley dirigía el observatorio con sentido del humor. Contribuyó indeciblemente al lustre de la institución con sus observaciones de la Luna y el descubrimiento del movimiento exacto de las estrellas, incluso si es cierto lo que se cuenta sobre la noche en que Pedro el Grande y él se divirtieron como dos colegiales montados en una carretilla que empujaban por turnos entre los setos. Halley recibió cortésmente a Harrison (...)."
Dava Sobel, Longitud, Barcelona, Anagrama, 2006. ISBN 9-788433-972699
Harrison no contó con un "perfecto... pero no"
ResponderEliminar